A veces se toman decisiones para llevar algo a cabo, y
sin embargo, al final, el estrés extremo se hace presa del individuo que entra
en lo que, en coaching, llamamos ‘zona de pánico’.
¿Qué ha ocurrido?
El sistema límbico está gestionando las respuestas ante
los estímulos emocionales de placer miedo y agresividad. En este caso es el
miedo el protagonista, las respuestas no están siendo adecuadamente elaboradas
ya que ha entrado en acción una parte del cerebro muy primitiva – por cierto, muy
utilizada, incluso por personas, teóricamente, muy capacitadas. Por poner un
ejemplo, son las respuestas del grito y de la amenaza y del bloqueo; por
supuesto, acompañadas de una corporalidad de tensión que se muestra en rostro y
cuerpo y respiración agitada.
Como coach, utilizaré las herramientas más adecuadas
para que el cerebro vuelva a elaborar las respuestas más oportunas ya que en la
‘zona de pánico’ es prácticamente imposible aprender. Dónde hay temor la
persona no quiere exponerse.
¿Cómo responder a estos condicionantes?
Generando adecuados contextos de aprendizaje,
confianza, respeto, humildad y compasión, para que el cochee - el cliente - sea
consciente de que alcanzar un objetivo tiene un precio y que por lo tanto sepa
si está dispuesto a pagarlo y prepararse
para ello.
El amor
ahuyenta el miedo y, recíprocamente el miedo ahuyenta al amor. Y no sólo al
amor el miedo expulsa; también a la inteligencia, la bondad, todo pensamiento
de belleza y verdad, y sólo queda la desesperación muda; y al final, el miedo
llega a expulsar del hombre la humanidad misma.
Aldous Huxley