Las emociones son mensajes. Se
debe enseñar a los niños a respirar a través de ellas, a sentirlas y tolerarlas
sin necesidad de intervenir. En caso de que sea necesario, una vez que la emoción ha pasado, se deberá enseñar al niño a actuar de la manera adecuada.
Cuando las emociones son aceptadas
y comprendidas, normalmente, los sentimientos pierden su carga y se desvanecen.
Esto deja una abertura para la
resolución de problemas. A veces , los niños pueden hacerlo por sí mismos, pero cuando necesitan ayuda, os recomiendo dar ideas, pero siempre, resistiendo la tentación de correr en su ayuda, a menos que así lo pidan, ya que podrían interpretar que no están capacitados para manejar sus propias emociones.
“Estás triste porque Mar no puede
venir a jugar contigo porque está malita? Te apetecía mucho jugar con ella,
¿verdad? Vamos a pensar en cosas divertidas que hacer con ella cuando ya esté
buena, por ejemplo, ir a montar a caballo”.
¿Por qué esto estimula la inteligencia emocional?
Los niños necesitan expresar sus
sentimientos, pero también necesitan pautas para saber cómo conducir sus emociones
y encontrar soluciones constructivas a lo que ellos pueden percibir como un
problema.
Las investigaciones muestran que la empatía es insuficiente para que los niños aprendan a manejar
sus sentimientos, porque todavía se sienten a merced de sus emociones. Debemos
enseñar a los niños a respetar sus sentimientos porque son señales que indican
que hay cosas que necesitan manejarse de diferente manera en sus vidas, para que puedan vivir de manera sana y positiva, para que crezcan fuertes y con recursos para afrontar la realidad cotidiana, que a veces puede ser muy complicada.