Los niños no pueden diferenciar
entre sus emociones y sus "vidas".
Es muy importante aceptar las
emociones de un niño, porque si se minimizan o se niegan, los niños pueden percibir erróneamente que
algunos sentimientos son vergonzosos o inaceptables.
La desaprobación del miedo o la
ira que el niño pueda sentir no impedirá que siga sintiendo esas emociones. Los
sentimientos reprimidos no se desvanecen, como los sentimientos que no han sido
libremente expresados. Están atrapados y en busca de una salida. Debido a que
no están bajo control consciente, saltarán sin ser modulados.
Todos los sentimientos son
comprensibles, sin embargo, se debe enseñar al niño a saber controlar las
reacciones que éstos producen y a expresarse con asertividad, es decir, dejando
de lado la pasividad y la agresividad. Por ejemplo diciendo:
“Estás enfadado porque tu hermano ha
roto tu juguete; pero no le puedes pegar. Te ayudaré a que le digas como te
sientes”.
De esta manera se estimula la inteligencia emocional.
- La aceptación ayuda al niño a reconocer sus propias emociones y a controlarlas.
- La aceptación hará que el niño apruebe, incluso las emociones menos agradables, modulando su respuesta ante ellas.
- La aceptación enseñará al pequeño que su vida emocional no es ni peligrosa, ni vergonzosa y que además, las emociones son manejables.